viernes, 17 de abril de 2009

Sobre el tiempo

El tiempo se simboliza en un reloj, tradicionalmente con forma de esfera y tres manetas que indican la hora, los minutos y los segundos. El tiempo también se visualiza en un calendario donde cuadrículas perfectas indican el nombre de los meses, el número de los días y el año en concreto. También vemos el tiempo en las personas representadas por arrugas, achaques musculares, o por cantidad de historias, es decir, matemáticamente cuando más tiempo has vivido, más tiempo proporcional de experiencias tienes. El tiempo también se manifesta en las personas a modo de estrés y en la famosa frase ¡lo siento, no tengo tiempo para nada!, es una muletilla común en los días en que vivimos que hasta puede conllevar un pluse de autovalía, parece ser que el hecho de ser una persona estresada, con ansiedad, con una enfermedad mental por falta de tiempo, parece ser tristemente que quede bien, o cómo se diría en inglés "cool".

El tiempo como otras elementos que son el resultado de un pacto social concreto según el contexto social implicado, es un hecho que se construye y, cómo bien es sabido, la manera de medir el tiempo va en función del tipo de sociedad en el que se mida. Es decir, si hoy en día, nuestra sociedad es la sociedad de la rapidez, en la que los cambios son cada vez más immediatos, en la que en diez minutos tengas que haber comido y a poder ser de pie, en la que de un día para otro te casas y al día siguiente te divorcias, en la que el médico de cabecera te atiende en dos minutos, en la que de repente tienes que instalarte un TDT para el televisor ya que en un mes cierran la emisión tradicional para pasar a una emisión analógica (¿y, qué coño querrá decir analógica?, nadie tiene tiempo para explicarlo), en la que hasta la gente de la tercera edad sufre estrés, en esta sociedad el tiempo se mide como un bien preciado, como un lujo. Queda bien no tener tiempo porque pareces ser una persona importante que la requieren en muchos sitios distintos, pero paradójicamente, la persona que dispone de tiempo hoy en día es la gran envidiada.

En esta sociedad de contradicciones, subrayadas además con la rapidez, es decir, tienes que ser lo suficiente rápido para captarlas todas y comprenderlas, en esta sociedad vivo y no, no llevo reloj desde hace muchos años, pero conozco el estrés y la sensación de que un mes que pasa ante mis ojos sería mil años de evolución en otras épocas.

Ante todo este caos temporal, sólo se me ocurre beber de la calma y saborear las pequeñas cosas que, sin estar pegadas a unas manetillas, son auténticas. El tiempo no lo es.

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