jaboncito y espuma para mi alma. Olor a rosas, a melocotones frescos con textura de terciopelo; viento fresco para mi rostro, paz para mi mente. Movimiento espiralizado de la lavadora, sonido de máquina industrializado, giro perfecto sobre un único eje.
Mis ojos brillan, mi ropa está limpia y yo huelo bien. Todo lo que miro resplandece, allá donde ando, hay luz.
Salgo de la lavandería con ese recuerdo a efímera espuma, con ese olor a lavanda clavado en mi nariz...la naturaleza de lo limpio atraviesa mis recónditos poros. Me voy sin rumbo a ningún sitio más limpio, porque el frescor y la pureza están sólo ahí. No existe otro lugar con más brillo.
Sigo viendo la luz porque la llevo atada a mis ojos, me iluminan como faros en la noche. Son las farolas para la oscuridad, ángeles de luz que vuelan sobre mi fisonomía, hacen claro lo visible y lo invisible.
Sigo la espuma que hay en mí...
No hay comentarios:
Publicar un comentario