viernes, 7 de agosto de 2009

Efímero Arte

Punto Pelota.
Viene y se va. Aparece y desaparece. Llega, avisa, y se vuelve a marchar. Es un segundo, viene, te abre el estómago como un río de agua tormentosa que te come el estómago, los músculos y te abre en dos.
Tu boca se ha abierto también, en un segundo, pero no en dos, sino en vertical. El labio de arriba se ha enfilado hacia el norte, el labio de abajo, hacia el sur. Los dientes se han quedado perdidos, sin rumbo, sin saber hacia dónde tirar.
En un segundo, tus pies se quedan tiesos, cada uno enfocando hacia un lado, sientes que tienes tres o incluso cuatro pies de repente. No comprendes tu metamorfosis espontánea. Tus pies estiran los dedos hacia lados dispares. Todo es caos. Y tú estás en él.
Tus manos se quedan tensadas con los dedos congelados señalando hacia delante.
Tus ojos vueltos, uno mirando hacia arriba y el otro mirando hacia abajo.
En un segundo, tu pelo electrizado, como en un ambiente magnetizado, ionizado o eléctrico. Todo tu bello erecto, de brazos, de piernas, también el del sexo reproductor. Todo magnetizado, en un segundo eléctrico, de espasmo inspirador.
Oyes una guitarra, el fino canto de espíritus musicales, quieres mover tu cuerpo radiografiado. Y lo mueves, viendo como tus huesos que son grandes cables responden a ese espasmo de cuerda con armonía. Bailas, en un segundo, sientes tu surrealismo mimético y tu pura sincronicidad con lo efímero del tiempo.
Efímero Tiempo.
Pelota y Punto.

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